Carapaz campeón de la tenacidad y la fe

Richard Carapaz ha ascendido al pedestal de los héroes nacionales. No al pedestal de los triunfadores providenciales sino al de los gladiadores que dejan la sangre en la arena. El ciclista ecuatoriano ha alcanzado el segundo  podio de  La vuelta a España y ha logrado el campeonato de la persistencia, la fe y el optimismo. Predestinado para caer, recibir golpes, enfrentar derrotas, el triunfo se le ha escabullido tantas veces. Pero nunca ha dejado de voltear los días grises y poner fe a su trabajo. Hoy se le ha escapado la victoria en España, en cualquier momento llegará otro laurel en otra competición.

Carapaz no se ha conformado con el vice campeonato. Lo ha aceptado con humildad y ha decidido continuar su lucha por el triunfo. El pedalista carchense se convirtió en explorador del éxito el día en que los médicos le dijeron que no podría volver al ciclismo, luego de ser envestido por un auto que le envió al quirófano con una pierna rota.

Richard ha logrado romper el infortunio de la “mala suerte” que persiguió por décadas al deporte ecuatoriano. «Vengo de un país con una cultura de la derrota, donde la gente está plagada de dudas al punto de no poder tomar decisiones. Cuando me vestí de rosa en el Giro, todos pensaban que me iba a caer o que algo me pasaría porque es imposible que un ecuatoriano gane», refirió con tristeza. Y demostró que sus compatriotas estaban equivocados, en junio de 2019 fue el gran triunfador del Giro de Italia. Las expresiones de Carapaz complementaron las que había hecho a la prensa mexicana años atrás el ex futbolista del equipo Necaxa de ese país, Alex Aguinaga: “Me da pena que en el único lugar donde se habla mal de la selección es en Ecuador”. Los dos deportistas han evidenciado con tristeza la actitud de aficionados, directivos, y periodistas que con liviandad elevaban a los deportistas a la categoría de héroes y al día siguiente los convertían en villanos. Ganar es una virtud, perder un pecado imperdonable.

El hombre que torció el cuello al destino nació en una aldea de veinte casas, en la frontera norte Carapaz ha trazado su trayectoria trepando cuestas, descendiendo pendientes, con sol o con lluvia. Cuando todos lo veían como ganador de la Vuelta al Ecuador una caída en la última vuelta malogró su sueño, en 2018 ganó la Vuelta a Asturias y fue cuarto en el Giro de Italia, al  año siguiente conquistó la emblemática competencia italiana, hace un mes y medio se ubicó como tercer mejor sudamericano y subcampeón en la clasificación de montaña del Tour de Francia. En España luchó tenazmente con varios participantes, sobre todo con el triunfador de la vuelta Primoz Roglic. Ganó, perdió y recuperó el maillot rojo y otras camisetas;  agotado, perdiendo o ganando,  terminó sonriente cada etapa. Sin bajar los brazos, utilizó sus mejores estrategias, y siempre estuvo consciente que dominar La Vuelta a España sería muy complicado. ¿Alguien manipuló los resultados? ¡Quién sabe! pero el ciclista no se enreda en especulaciones.

Hijo de un chatarrero, rescató de un montón de fierros oxidados el esqueleto de algo que fue una bicicleta. No tenía neumáticos, frenos, pedales ni asiento. Se ingenió para arreglar su linda chatarra y conducirla frenando con las suelas de los zapatos sobre el aro, hasta meterse en las competencias que le han llevado al mundo de la  victoria y la derrota.

Gracias Richard Carapaz, sigue pedaleando por las rutas complicadas que tanto te gustan. No detengas tu inyección de optimismo. Ayúdanos a luchar contra los vicios de la corrupción, la inmoralidad, la improvisación y la ignorancia que nos mantienen inmovilizados sin pedales y neumáticos a los ecuatorianos.

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